La vulgaridad es lo más predecible
Las aguas frías te enseñan a nadar rápido
Lo que se presiente no se cuestiona
El camino de memoria a la guarida solo nuestros pies descalzos conocen.
He decidido inmolarme en el silencio de mis palabras ciegas, la noche siniestra me involucra y esta piel de cobra vuelve a ceder ante los antojos de un oráculo criminal.
Desconfiar de la derrota pero más de las victorias por venir. El placer del corazón se apaga, las venas del alma digieren fuegos consecuentes de esta maldición. La paciencia de la consciencia se agota pero estas manos siguen con cadenas.
domingo, 18 de mayo de 2008
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