domingo, 18 de mayo de 2008

Punto Ciego

El primer paso del hombre hacia la felicidad consiste en resistir ante su propia existencia –todo lo que hizo, hace y posiblemente hará-. Pero no tomemos a tal resistencia como la concepción de una obra maravillosa en la vida con un golpe de palmas que se repite a través de los años, sino al cúmulo de momentos de gracia, en que podemos entrar en ese PUNTO CIEGO donde uno no es atacado por los demonios de la irracionalidad –que colman el espíritu pero también lo queman- ni por la casta moral que nos arroja en el camino de los buenos – que tranquiliza pero no colma-.

La resistencia al displacer es mucho más que la generación o el consumo automático de un poco de placer moldeado por la ética y las buenas costumbres, tal como nos vienen acostumbrando desde que nacemos. El hombre se empeña en justificar y de ahí en construir su filosofía adecuada a la norma que más le conviene; y nunca pierde el sabor a rancio, ni su condición de insuficiencia.

Lo desconocido: o lo negamos o lo teorizamos; pero nunca dejamos que descanse en paz en el terreno de nuestra propia ignorancia. ¿O cuando éramos muy chicos no éramos más felices que ahora adultos, a pesar de desconocer?

Cuando la desfachatez y la inconsciencia se alían para evitar el elemento represor de la moral, de lo que está bien y lo que está mal, se abre la maravillosa puerta de entrada al Punto Ciego, al sentir pleno, al Ser Animal que constantemente reprimimos, al instinto en toda su pureza. Ese PUNTO CIEGO que nos permite ser dioses y dueños del universo por unos instantes, colmado de jueces y verdugos extremadamente corruptos que se burlan de las faltas pero nunca las condenan, salvo el vívido recuerdo que alimenta la culpa que a posteriori nos aguijoneará el cerebro y nos obligará a prometer en vano “nunca más”. El Punto es ciego porque nunca ve, no lo necesita. Debería llamarse ciego, sordo y mudo. Carece de los cinco sentidos naturales y posee uno solo, que contiene a todos los demás y a muchos otros que aún no fueron descifrados y opera directamente en algún sector privilegiado de nuestro cerebro, invención y propiedad absoluta de las neuronas más malignas e inmortales. Siempre he sido un inmoral.

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